La oscuridad reina violenta. Me atraviesa con fina hierba de color violeta.
Una onda de expansión, con un silencio aterrador, un sonido ya por antes conocido.
Suena fuerte ese silencio, me ensordece y me enmudece, la cobardía padece, mientras recojo los laureles.
Visualizo un resplandor, es suave y acogedor, es mentira, ya lo sé, como hoja del árbol, que nuevamente vuelve a caer.
Ese sonido, me compadece, es la ironía de mi destino, que me mece y me entretiene, me engaña para que vuelva a creerle, y se ríe a ciegas mientras puede.
Endureces, destino omnipresente, una fiel idea en mi absurda mente, que permanece y va presente, parpadea, enmudece, a tu placer, en un punto tangente.
Un punto de tangencia, incoherente e irreal, siendo no mas que una asíntota, de esa línea que ya decidí crear, para que nunca mas, me vuelvas a engañar.
¿Te has divertido, mi fiel destino?
Pues te dedico lo malherido, todo el mal que has producido, a la oscuridad van ya mis latidos.
Laterán fuertemente, tambores estridentes, el corazón cuya realidad, quedo con vulnerabilidad…
No me pierdas mas, querida luminosidad, que aquí yaceré, en la oscuridad, donde ni tú, destino, ni nadie mas, ni hoy ni mañana, me pueda encontrar.
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