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¿Qué soy?¿Qué somos?

Mi mente va a mil por hora,
Tanto que a veces me pregunto si lo que me sucede es fruto de una suma de circunstancias que me llevan a la locura, o si es fruto de mis hormonas estropeadas. O quizá simplemente es un desorden entre los circuitos de mi mente, estos impulsos electromagnéticos que deberían de llevar la información de un lado a otra.
Sea lo que sea, siento que estoy desordenada, y no sé como ordenarme.
Miento, realmente si lo sé, tengo los ingredientes, pero siento una fuerza que me impide llevarlos a cabo.
Como una niña rebelde que no quiere irse a dormir aunque le pesen los ojos.

Siento que soy una persona que no sé quién es.
Siento que soy una persona que debe ser.

Y por otro lado, pienso que soy exactamente la persona que soy, con aspiraciones a mil cosas, tantas, que a sabiendas de que no puedo alcanzar a ser todo lo que quiero ser, al final me quedo en nada.

Además, por no ser inmortal, por sentir el peso de los años, por sentir que «me hago mayor» por sentir que cada dia hay mas lecciones que aprender, cuando aun estoy aprendiendo y adaptándomela a todo lo que estaba aprendiendo.

Me saturo.

Y sé que no solo me pasa a mi, vivimos en una sociedad con miles y millones de metas a las que podemos alcanzar ¿pero podemos realmente?

Y es entonces cuando viene la palabra «el dinero» el maldito dinero.
La moneda de intercambio que te va a juzgar y te va a limitar en cuanto vales y cuanto puedes ser, conseguir y comprar.

Y vuelvo a caer, porque me siento presa, porque no puedo ser, ni sentir, ni padecer.
Y me bloqueo.

Y de repente un día me alma vuelve a sentirse artista, y entonces mi cabeza me dice que no puedo serlo. Que eso cuesta mucho dinero.

Y entonces mi alma se siente como ese pajarito enjaulado, que no puede ir a ningún lado.
Se siente preso de un sistema al que prácticamente nada puede acceder, porque ya han demasiadas deudas.

Pero tenemos salud.
Pero tenemos amor.
Y me puedo sentir afortunada de afirmar que soy feliz y que soy afortunada.
Y eso es una realidad REAL, de eso, no me puedo quejar.

Y miras hacia fuera y encuentras que hay gente que tiene menos que tu, y te sientes afortunada porque tienes.
Porque tienes suerte.
Porque tienes valor, aunque te falte un poco mas.
¿De veras te hace falta mas?
¿O es la sociedad la que te dice a qué puedes o no alcanzar hasta creértelo?

Empiezo a divagar…

Y empezar de nuevo a creer:
– Que puedo ser mas.
– Que quiero ser más.
– Que quiero demostrar al mundo y a mí misma que puedo ser mas.
– Que puedo conseguir más.

Que lo que tengo es suficiente,
Pero siempre se puede ser mejor.

Y entonces llega la ambición.
¿Me estoy confirmando o acaso me estoy adaptando?

Al fin de cuenta, somos átomos que nacen y mueren.

Así que….

¿Qué mas da?


Categories: confesiones reflexiones

Isabel Montse

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