Dime si el brillo de una mirada es siempre el mismo, y si lo que se puede generar, es proporcional al bienestar que a ese brillo puede crearse.
Dime si las chispas que se crean son mayores, y que el deseo que se puede llegar a crear es equivalente a lo que se siente.
Dime si merece la pena arriesgar teniendo las cartas ganadoras guardadas bajo la manga, y no pretenden ser utilizadas.
Dime si un amago del deseo, no da pistas necesarias para poder decidir, si lo que se pretende arriesgar, es por mero interés de una estabilidad idealizada, con marchas forzadas. Dime si se cierran los ojos, no se refleja el futuro incierto de lo yuxtapuesto. Dime si merece la pena cohibir al alma de lo que necesita, de lo que pide a gritos en silencio. Dime si no se puede ser capaz de preveer que es una mentira cuyo disfraz es fácil de descubrir… tan transparente, y a la vez, da tanta lastima. Infiel al alma que te araña. Traicionando a los impulsos que una vez pudieron hacerte capaz. Libres en una canción. Libres en los sueños. Libres en las miradas transparentes, elocuentes, que dicen lo que el alma grita, y lo que la voz por la meditación hace callar. Dime si mientes. Dime si se siente la verdad. Dime porqué. Yo lo sé. Es fácil deducirlo, cuando dejas huellas en el camino que se pueden seguir. Enigmática respuesta. Inadmisible. Pero la decidida.
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