Rabia, impotencia, con control de la solvencia del asunto.
La etapa equivocada, los tiempos cambiados, los verbales y los del destino, incondicionales entre si…
La sensación de querer orientarme en contra de mis principios, por culpa del destino, por haberme adentrado en ésta etapa.
Me ha hecho jugar en éste momento en el tiempo erróneo, equivocado… tardío, tarde, muy tarde…. O quizás no demasiado.
Pero lo suficientemente tarde para hacerlo todo mas difícil, mas confuso, mas complicado, mas apagado, apaciguado.
Tanto que me implica a hacerme pensar ¿qué hubiera pasado un año antes?
¿o tan solo meses quizás? No lo sé… ¿¡cómo saber!?
La elección ha sido prematura, y me ha hecho llegar tarde… muy tarde.
He llegado, y no he podido ganar, ni he podido optar.
He empezado la carrera cuando ya había sido ganada.
¿Y ahora qué? No lo sé…
¿Toca elegir otra carrera donde correr?, ¿o espero a que nuevamente se habrá el periodo de inscripción para ésta misma carrera?
¿Y si nunca mas se vuelve a celebrar?
No lo sé ¿cómo saber?
Solo están los puntos claros… el camino a la vista, la indumentaria preparada.
Las fuerzas, las ganas… la energía, el deseo de ganar.
Mientras…
Me sentaré mirando al horizonte, viendo como se esconde el sol, como la oportunidad se va, porque el sol se pone por un horizonte extremo, donde yo no puedo ir, donde yo no puedo concebir, la idea de seguir, mi vida junto a ti.
Me quedaré sentada hasta que me hagan levantarme y me inviten a una nueva carrera a la que no pueda llegar tarde… y a la que sea invitada, y no llegar sin inscripción, sin devoción… sin… delirar.
Es tarde y los pensamientos descoordinan con palabras, deseos, sueño y desaliento.
Es tarde.
Es tarde para todo, para reaccionar, para pensar. Para actuar.
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