No siempre actuamos igual.
Ni en situaciones similares, ni con la misma gente, ni por los mismos motivos. Así es el ser humano, impredecible por naturaleza. Así me defino yo…
Ayer quise escribir, pero el tiempo y yo, no nos llevamos bien. Su paso hace que sienta la limitación de mi vida, de mis proyectos, del transcurso de lo natural. A veces me desespera, he de aprender a controlar eso, lo sé.
Ayer reflexionaba sobre ti, de todo lo que puedo aprender, de todo lo que me haces ver.
En determinados momentos, me resulta imposible entender algunas reacciones, que, pensadas mas tarde, se hacen bastante lógicas.
Después de todo, la vida es una eterna linea de aprendizaje. Y ésta es otra lección.
No puedo esperar de ti que me des lo que yo no te estoy dando.
Tu paciencia, tu presencia. Estas ahí, y eso ya ha de significar mas de lo que soy capaz de ver, estás ahí.
Aprendo de ti, tanto tu de mi. Cada persona tiene sus formas, su manera de actuar, impredecible de manera individual. Es la autentica belleza del ser humano, no puedo pretender anticiparme a los actos, es imposible, perdería esa belleza primitiva.
La cuestión es que me gusta, y lo siento. Siento no ser capaz de actuar consecuentemente a veces, supongo que es parte de la belleza de mi manera de actuar. Pero es humano también aprender, evolucionar, ser cada día mas capaz de reaccionar a las situaciones que el día a día nos expone.
No es una buena idea tener presente que te vayas. No quiero. Me gustas tal como eres, con tus defectos y virtudes. Tengo la esperanza de que ésto sea reciproco.
Por ello te prometo que trataré de no poner a prueba tu paciencia.
El tiempo ha de ser nuestro compañero, no nuestro rival.
No es necesaria una guerra cuando podemos formar parte del mismo equipo.
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