Sensación de culpa, cuando la ilusión se esfuma, cuando el corazón se hunde, en una inefable penumbra.
Sensación oscura, de soledad absoluta, cuando el alma se ciega y se enmudece, ante el futuro que no esclarece.
Sensaciones varias, desazón, agobio… un apocamiento ante la incertidumbre de esos ojos del antojo, por la rabia que los minutos causan al pensar en el tiempo que temo, inexorable, irrevocable.
Sonriendo ante la ironía de la vida, por regalarme vida, en la misma medida, que una incertidumbre concedida sin ser pedida ¿para aprender? ¿Para esconder? ¿lo qué?
Para cambiar el alma, hasta dejarla agotada, y no sentir nada. Hasta transformarme en una mera marioneta, en un juguete tuyo, Destino ¿es eso lo que quieres hacer conmigo?
Dime destino ¿es ese mi castigo por algo que he hecho y que no alcanzo a recordar?
Sentir, sentir, y sentir… para no poder hacer con mis sentimientos otra cosa que sufrir por tales cambios, de los que no me das la opción de elegir, y a donde he de huir, huir y huir para sufrir… sin elección, sin condición, sin amor. Solo contigo destino, y con la soledad, a mi alrededor.
Como una melodía vacía, repetitiva, sin esencia, sin vida. Desafinada.
Sin ti.
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